Cambios que inspiran…

Siempre me gustó tener todo bajo control, la familia perfecta (mamá, papá e hijos), la casa perfecta (cada cosa en su lugar), el trabajo perfecto (ese que demanda esfuerzo, capacitación y tiene una buena paga) y muchas cosas más, cada una en su perfecto estado... y logré tener todo eso, pero la verdad, sentía que algo me faltaba. 

Tuve que trabajar mucho en mí para entender que la sensación de completitud no viene por lo que logramos o tenemos, no se consigue desde algo externo. El movimiento es justo el contrario, se trata de conectar con la completitud interior, que ya está ahí esperando a ser vista, reconocida, para que luego se refleje en el afuera.

En mi caso fue mi cuerpo, episodios de ansiedad mediante, quien dijo basta y quien no me dió otra opción que salir a buscar ayuda, el control de lo perfecto que creía tener, se esfumó completamente. Lejos de tomar esto como algo negativo, logré interpretarlo como un regalo que me dió la vida, gracias a ese período de mucha incomodidad es que salí a encontrarme con algo totalmente desconocido para mí.

Estoy convencida que no hay mejor forma de aprender algo que pasarlo por nuestra propia experiencia, y así aprendí yo, atravesando los costos de haber creído en algo que no era cierto, para descubrir cuál es el verdadero camino hacia el bienestar y la completitud personal.

Y a partir de mi propio aprendizaje, y de darme cuenta que tenía las herramientas que sacarían del dolor a muchos que se estaban viviendo una vida parecida a la mía, es que empecé a acompañarlos a transitar este nuevo camino.